viernes, 4 de octubre de 2013

Fugaz

¡Oh!, suntuosa situación la que se me presenta;  dichoso el destino que quiso que aquí en este momento me hallase. Bendito mi hermano que decidió tomar camino alternativo, tomar senda diferente para mismo destino, pero mi obstinado quehacer me trajo hasta aquí, bajo el farol que ilumina con su fuego perecedero el sombrío callejón...¡Ay de mí! ¡Pasadizo dónde me cruzaré con mi fatal porvenir! 

Este portador de óbito, que cruza vera de mi ser, con un endemoniado letal poder cubierto de acero, atraviesa mi cálida carne sin titubear, sin mediar palabra alguna con su humilde víctima. ¡Oh hermano! ¿Qué pretende este fiel seguidor de la muerte? ¿Qué busca este servidor de nuestro tan temido destino?

Con un intenso dolor me arrodillo al suelo, en sintonía con las desesperadas plegarias que mis derrotados labios se esfuerzan en pronunciar; escucho el eco de sus rápidos pasos y llegan a mí comprensión como el ritmo al que huye la dulce y amarga vida de mi cuerpo; siento mis extremidades inferiores calientes, pero a la vez siento mucho frío. Observó mi mano en un ademán de cerciorarme de lo ocurrido, la cual yace inmóvil presionando la fuente que emana de mí el líquido vital; no existe forma alguna de derogar su salida, presiento que Dios me reclama ante él, puedo sentir a los ángeles alzándome al cielo; pobre de mi hermano, y de mi gente; que deberán encontrarme tendido en el suelo, sobre mi marea roja y con los ojos vidriosos fijándose en el infinito, encontrados cara a cara con el ser supremo tras la fugaz visita de la parca.

Ya caigo al suelo, me siento sin fuerzas. La cabeza reposa en la húmeda tierra, percibo un ligero olor a hierro joven, los últimos recuerdos que quedarán borrados se me antojan como unos finos y delicados pies, aprisionados en unos zapatos de fieltro teñidos de verde; pero ellos no se han de preocupar por mí porque, y si San Pedro así lo desea, me hallaré en breves instantes cruzando los portones hacia el paraíso.


domingo, 24 de marzo de 2013

Jimmy - Capítulo 1 - Locura albina

Jimmy era uno de esos chicos normales. Jimmy era un vecino ejemplar. Jimmy era aquel tipo de persona que, si entrevistaran a sus conocidos tras haber cometido un asesinato; dirían que era buena persona. Pero nada de eso era así.

Por la mente de Jimmy siempre transcurría una segunda voz, una segunda voz que a veces, y solo a veces, odiaba escuchar. Una segunda voz que le hacía reconocerse como una persona desagradable, solitaria y temible.

Estando Jimmy un día acostado en su cama, en ropa interior blanca ajustada, destapado y boca arriba; se encontró absorto mirando el blanco techo, con un cigarro en la mano que se dejaba caer por el lado de la cama. La ventana estaba entreabierta,  y el viento mecía lentamente las blancas cortinas. Aquella brisa de verano le rozó el rostro y cada parte de su torso desnudo. Con un leve escalofrío se le endureció un pezón. Para calentarse dió una calada a su cigarro, el olor del ambiente matutino de fin de semana conseguía hacer desaparecer el áspero sabor a tabaco de su lengua. Lentamente giró su cabeza a la izquierda, dejando rozar su corta y arreglada barba contra la almohada en una agradable sinfonía producida por el frufrú de la tela. Miró fijamente la blanca y humeante taza de café, que yacía sobre la perlada mesa junto a la áurea lámpara de coral. Con el debilitado sol por las cortinas reflejándose en sus marinos ojos, entreabrió un poco la boca, dejando ver sus perfectas palas; ligeramente separadas entre sí y en ese mismo instante; recordó su voz.

Recordó estar en la lavandería del edificio, colocando su inmaculada rompa interior en el fondo del canastillo para ocultarla después con el resto de la ropa, coronando el delicado y suave pastel textil con unas pequeñas toallas de mano correctamente dobladas. Recordó coger el canastillo con cierta brusquedad, impropia de él, y recordó llevarse por delante a su vecina Marie...

Marie era una mujer de mediana edad, de unos cuarenta y tantos, casi una veintena mayor que Jimmie, de aspecto jovial; muy hermosa para su edad... aunque algo entrometida en la vida de los demás. Como el resto de vecinos, adoraba a Jimmie, siempre con una sonrisa en la cara y tan dispuesto a ayudar en todo; de hecho una vez; le ayudó a montar su nueva e impresionante estantería Winston... Más que ayudar la montó entera él y ni tan siquiera aceptó un capuchino en una blanca taza que ya le había preparado como recompensa. 

En ese momento recordó como ambos cayeron al suelo, recordó soltar fuertemente el canastillo y recordó verse recubierto de pantalones y recordó también ver la cara de Marie hasta las trancas de blancos calcetines y recordó ver los pechos de Marie escondidos tras sus calzoncillos de varios colores.
Recordó que se levantó rápidamente, recordó que Marie agitaba rápidamente sus miembros, recordó verse apartándole las minúsculas prendas al son de falsas disculpas, recordó a Marie levantándose repitiendo una y otra vez "No pasa nada", pero recordó también su voz interior:

- No deberías haber soltado el canastillo, ahora tendría destrozada la cara.
- Lo sé por eso lo he soltado.
- Mírala, esta asustada, ¿no notas que agitado tiene el corazón?
- Nos acabamos de caer al suelo, es normal que este así.
- ...y como se disculpa... imaginatela implorándote piedad golpeándole sin cesar en la cara, manchando con su sangre nuestros nudillos.
- Basta, no le voy a pegar.
- ¿No te dan ganas? Si te pone de los nervios.

Algo de razón tenía la voz, a Jimmie efectivamente Marie le sacaba de quicio. Le sacaba tanto de quicio a Jimmie que su cerebró recordó y le transportó de nuevo a otro recuerdo. Recordó ahora verse corriendo bajo la lluvia.

Recordó que llevaba casi a rastras de la mano a un joven muchacha. Recordó que aquella joven muchacha y él reían a carcajadas por Falling Street mientras se empapaban y se daban húmedos besos mientras andaban deprisa. Recordó los pequeños mareos que le provocaban los grados de alcohol en sangre y recordó que justo antes de llegar a su portal se embobó mirando la blanca luz que desprendía la alta y negra farola, luz que se veía entrecortada por el agua que caía del cielo y por el incesante parpadeo que producían sus ojos para tratar de apartar el agua engominada que le caía del pelo... Salió de su trance cuando vió una albina tela pasar ante sus ojos y rodearle los hombros justo antes de sentir un pequeño mordisco en el cuello y un apretón en el ya incómodo y ajustado paquete.

Recordó que acertó a la primera con la llave y recordó tambalearse por el pálido comedor mientras recibía apasionados besos. Recordó también la ropa caer al suelo por partes y recordó llegar a la habitación sin más que sus abultados blancos calzoncillos que ya nada dejaban a la imaginación. Recordó empujar a la joven a la cama y la recordó desnudándose, sonriendo pícaramente y haciéndole un gesto con el dedo para que se acercara.

Recordó estar fundido en besos y recordó el vaivén de las blancas cortinas mientras buscaba penetrarla cuando recordó sonar el timbre.

Volvió a su taza de café, se manuseó el paquete para recolocárselo, sorbió un poco de café y volvió a mirar el techo , para seguir recordando.

Recordó que, sin vestirse, desvergonzado por el alcohol y con la prominente erección acudió a la puerta descalzo. Miró a través de la mirilla y recordó ver a Marie, ligeramente despeinada, sin maquillar y con un lechoso albornoz cubriendo su cuerpo. Recordó quedarse mirándola un rato y recordó verla moverse nerviosamente mientras miraba impaciente su reloj muñequero una y otra vez. Recordó de nuevo a su interior voz.

- Abre rápido, estámpala contra la pared y fóllatela mientras la llamas puta.
- No pienso hacer eso, tengo a... a...
- ¿Veronica? ¿Monica? Vamos ni siquiera sabes como se llama, mátalas a las dos.
- ¿Cuándo vas a dejar de decirme que mate a la gente?
- Cuando las mates.
- Déjame...

Recordó abrir la puerta y recordó la mirada de Marie desviarse a su paquete, y la recordó con cara de asombro y recordó decirle:

- Jimmie, por favor... ¿no ves que horas son?
- Disculpa Marie, no pretendía molestar
- Pues lo has hecho. Mañana madrugo ¿sabes?
- Lo sé, intentaré no hacer más ruido.

Recordó cerrar la puerta, recordó cerrar fuertemente los puños pues tenía muchas ganas de darle un puñetazo a la entrometida mujer.

- Deberías haberle dado. Seguro que se habría callado.
- No creo que eso hubiese arreglado las cosas, mejor volvamos a lo que estabamos haciendo.
- Mientras se la metemos podrías clavarle un cuchillo, o darle unas tortas hasta que sangre. Seguro que le gusta.
- Seguro que te gusta a tí. No pienso hacerlo.
- Deberías, y luego te corres sobre sus heridas y ves el semen mezclarse con la sangre. Dime que no te pone.
- No, no me excita en absoluto, me repugna.
- Pues te ha vuelto la erección.

Efectivamente, ahi estaba de nuevo. Recordó asustarse un poco y recordó haber pegado el polvo más silencioso de su vida. Recordó que la misteriosa joven se marchó en mitad de la noche y recordó que días después vió en el periódico que había sido asesinada.

Volvió en sí y giró la cabeza a la derecha, miró a la argéntea pared mientras el bello frufrú de la blanca tela cantaba de nuevo con su movimiento de cabeza y, mientras se mojaba los labios con su lengua observó atentamente el recorte de periódico, con la noticia del asesinato de la joven bailando al son de la brisa de verano que endureció su pezón minutos antes.

miércoles, 13 de febrero de 2013

La inmortalidad a través de la fama



Cuando se piensa en las culturas del Oriente Próximo, y en especial en la cultura egipcia, siempre nos vienen a la mente sus grandes monumentos; sus templos, sus edificios y sobre todo, las famosas pirámides. Bien envueltas siempre por los no estudiosos de un halo de misterio; misterio y desconocimiento ligado al miedo que en reiteradas ocasiones llevan a pensar en conspiraciones cosmológicas… más bien astronómicas; dónde la presencia extraterrestre cobra vida en forma de sabios constructores, de arquitectos impresionantes y de poseedores de maquinaria para realizar esas construcciones “impensables” para la época. A veces la gente olvida que el ser humano es sorprendente, imaginativo, audaz y, ante todo, inteligente.

La historia de la humanidad siempre ha estado plagada de suntuosas construcciones, enormes moles de tierra y piedra trabajada que se asentaron para diversas funciones, aunque la más importante en todas las civilizaciones de la antigüedad fue la de dejar huella. Estar presente a través del tiempo cuando la carne no es carne, cuando el hueso es polvo, y cuando el papiro marchita. Si bien pueda haber otros precursores en mega-construcciones, no cabe duda que los egipcios hicieron bien su trabajo; que sus impresionantes obras arquitectónicas quedasen presentes, dormidas en el desierto africano durante el paso de los milenios. Y sorprende también la supervivencia de las mismas, por muchas profanaciones en formas de violentos saqueos, por muchos azotes que les regale el temporal, por mucho que la erosión se cebe con sus antiguos hermosos esplendores; permanecen más o menos erguidas, mostrando aún hoy en día, toda la fuerza faraónica; toda muestra del inmenso poderío que tenían.

Echando la vista de nuevo atrás, nos percatamos que toda gran civilización que se precie, que fue importante en su época, tiene vástagos: pequeños resquicios de lo que en su día fueron, en su mayoría esos vástagos se manifiestan en esas mega-construcciones de las que hablaba antes; las que han hecho que sus conocimientos y cultura perduren y vivan  a lo largo del tiempo. Así pues tenemos las sorprendentes mastabas y pirámides egipcias; los templos acolumnados de Grecia, los esplendorosos coliseos, teatros, anfiteatros y un largo catálogo de construcciones romanas, las pirámides escalonadas de las culturas del otro lado del charco, la gran muralla china, los templos budistas japoneses… en definitiva muestras de la grandeza del ser humano que se construyeron para pervivir en el recuerdo eterno, en el recuerdo a través de las generaciones, en la fama por la presencia conceptual…

La perduración del ser a través del tiempo ya lo explicaban los egipcios con su K3, lo explica el cristianismo con la reencarnación y lo demuestran muchos célebres personajes con la realización de hazañas memorables, como las del profeta Muhammad o las conquistas de Alejandro Magno. Hoy en día parece que ese sentimiento de durabilidad a través de las eras se ha distanciado de nuestros objetivos, y ni tan siquiera los líderes lo persiguen. Tal vez sea por la excesiva creencia atea existente, o por el magnánimo pensamiento del Carpe Diem (curioso referirse a un modo de vida moderno con un término tan antiguo como es uno latino), tan puesto de moda hoy en día, o tal vez sea por un hecho totalmente contradictorio a lo que acabo de mencionar; lo podemos conseguir más fácilmente. Y digo esto por la revolución tecnológica de la que tenemos suerte de ser participes, y digo esto porque parece que con una fotografía podamos salvar las infranqueables barreras del tiempo. Me compadezco de los antiguos por olvidar la cara de sus tempranos muertos con el paso de los años, me compadezco por la efímera vida de sus, y para quien tuviese la suerte de saber dibujar los sonidos, pensamientos escritos…

Avanzando en el tiempo, y ya bebiendo de copas europeas infundadas por doquier de cristianismo, nos topamos con descaradas iglesias, presuntuosas catedrales e insultantes castillos que infundían (e infunden) respeto por sus dueños, bien sea Dios todo poderoso, bien sea el Rey o el Conde de turno, que tuvo la suerte de ser parido por una fémina, o mejor doncella o dama por si me culpan de injurias a la corona, cuya función no era más que la de mostrar poder a través de los siglos, bien es cierto que aquellas antiguas pirámides representaban a un solo ser, divinizado tras la muerte (o en vida como Khufu, mención aparte de su soberbia) y estas más contemporáneas a una familia; pero a pesar de ello no dejan de ser una muestra inequívoca de la necesidad de perdurar los nombres en el tiempo, permanecer en la memoria y el recuerdo de las personas. Algunos filmes tratan de representar este hecho, como, por ejemplo, la “obra” de Troya - que dejaremos a libre albedrío las diferentes opiniones -; muestra como sus personajes quieren ser recordados a través del tiempo mediante sus hazañas (y por si no queda claro, la composición llevada a cabo por James Horner así te lo recuerda implícito en una sinfonía conducida vocalmente por Josh Groban de título Remember me en los créditos de la película) y otros directamente se mofan de ese afán de supervivencia por medio del recuerdo, como en el largo de Futurama en el que Bender trata de ser recordado construyendo un enorme monumento dedicado a su “persona”, en cuyo proceso no hace ascos en esclavizar de forma tirana a sus súbditos para conseguir su fin; clara burla al sistema social de Egipto, y también burla a la creencia extraterrestre del origen Egipto, pues la película tiene lugar en un planeta poblado por los egipcios.

Amén de todas estas afirmaciones, queda claro que el ser humano, desde los albores de su existencia, y desde que su complejidad social le instó para ello; siempre ha tratado de recordar a sus difuntos a través de varios mecanismos, muestra de ello son las construcciones megalíticas, o las diferentes tumbas encontradas a lo largo y ancho del mundo; pero el hecho de ser recordado a través del tiempo gozó de su máxima expresión en el Oriente próximo, o al menos de idealizar y honrar al líder del grupo; y pienso que esto último se nos fue un poco de las manos.

Otro hecho que atrae mi atención es que la mayoría de las religiones traten siempre de enterrar a los cuerpos bajo tierra; de tierra naces y en tierra mueres; o te descompones; mención aparte de las culturas incineradoras que tanto auge tienen hoy en día; y, precisamente del presente quería hablar, porque ¿dónde quedó el sentimiento de devolver a tus difuntos a la tierra? Quizá por falta de espacio, o por abaratar costes de suelo, no lo sé; hay quien deposita a sus muertos en una pared, en un cubículo. En cualquier caso, cualquiera que sea la forma de realizar el último adiós, queda patente la necesidad de recordar al conocido, al querido; o la necesidad de ser recordado por los, al menos, más allegados. A continuación rendimos culto durante toda la vida a esta persona, le entregamos flores, vamos a visitarla… continuamos adorando a nuestros difuntos rindiéndoles culto al igual que lo hicieron primeramente aquellos seres humanos desprovistos de evolución y tecnología. Queda relegada la necesidad de adorar a nuestros líderes por la eternidad (al menos en comunidades no religiosas).

Cuando me vuelvo sobre mis palabras, me doy cuenta que no hago mención alguna a mi entendimiento con esa forma de actuar; no entiendo ese afán de perdurabilidad en el tiempo cuando ya no estás, sin poder disfrutar de tu “merecida” fama. Siento que es como el artista que es venerado y elogiado después de muerto; “a buenas horas…” me da siempre por pensar. Imagino que lo tomo de esa forma porque hablo desde una postura no creyente y desde el pensamiento de que somos lo que somos; animales que se marchitan con el paso del tiempo y que al morir son pasto de la naturaleza y ya nada queda de nosotros. Por supuesto pienso en mis difuntos, que los tengo; por supuesto me gusta ver sus fotografías y recordar lo que fueron y significan para mí; tal vez si el destino me hubiese colocado mil, dos mil, tres mil, diez mil años atrás comprendería el honor que supone ser recordado por ser un esclavista, o ser recordado por pertenecer a la élite de un imperio que siempre estuvo rodeado de corrupción admitida… Sin embargo, y a pesar de que no lo entiendo, o comparto; no puedo evitar sentir escalofríos y que se me ponga la piel de gallina cuando leo, por ejemplo, que Ovidio termina sus metamorfosis con aquello de “Y allá por donde el poder de Roma se extienda sobre las tierras sometidas, los labios del pueblo me leerán, y por todos los siglos, si algo de verdad hay en las predicciones de los poetas, gracias a la fama yo viviré”, ya que su acción si es una noble, ser recordado a través de sus palabras escritas; dónde no ha habido más esclavo que su mano y sus trazos.

La perdurabilidad en el tiempo es un tema que no parece haber trascendido más allá del poder militar y atlético en la cultura griega; no sé si me lo parece tal vez por mi falta de formación (seguramente), o tal vez porque así sea, pero el hecho es que todo lo que se conserva no es atribuido a ningún gran rey, si no al pueblo entero de Grecia. Tal vez sea porque tenían una visión diferente, querían que sus obras fuesen recordadas y no sus nombres; pues son muchos los ejemplos de obras  con el nombre de un autor al que no se les puede atribuir porque se sabe con certeza que no fueron escritas o pronunciadas por ella, pero sin embargo ahí están hoy; atribuidas a un nombre falso con un maestro anónimo del viaje en el tiempo.

Haciendo un nuevo salto a través de los siglos, dejamos atrás la necesidad de ser recordado por los monumentos y por las grandes batallas y pasamos al resurgimiento de los inventores; concentrados los más conocidos entre los siglos XVII y XIX, estas personas parecen dejar de lado las mega-construcciones pero guardan la similitud de que el resto de los mortales los adoramos e inmortalizamos, e incluso, al igual que a los grandes faraones, los estudiamos. Esto refleja de nuevo lo que vengo comentando en todo el texto; y es, en resumidas cuentas, que parecemos estar programados para adorar a nuestros líderes, a nuestros representantes, a nuestros destacados. Aunque en este aspecto, en el de inventar, hoy en día ya no somos personas quienes inventamos, sino instituciones; por lo que de nuevo encontramos esa desdivificación de estos humanos que tanto nos han aportado.

Poco nos queda del sentimiento idealista y divinizador de nuestros líderes, que allá por el segundo milenio estaba proliferando; aunque no podemos negar que la herencia de los ritos funerarios promulgados por las culturas de Oriente Próximo han tenido gran influencia en nuestros quehaceres fúnebres , ya sea mediante el rito cristiano (evolucionado de un pueblo que convivió con Egipto), ya sea con culto al difunto, ya sea con el ensalzo del difunto por su vida o por su posición… Hoy en día ya no se construyen enormes templos para las gentes célebres, pero si se realizan grandes festines funerales; un ejemplo cercano lo tenemos en los macro conciertos dedicados a la muerte de Freddy Mercury o, un poco más macabro, el macro concierto dedicado a Michael Jackson, que incluso estuvo de cuerpo presente, eso sí en ataúd cerrado.

En definitiva, aquellos hombres, con su idea de divinizar a su líder y acercarlo al mundo divino de las estrellas, removieron el mundo entero con sus grandes construcciones, haciendo que las ambiciones de los más poderosos creciesen hasta el infinito y deseasen un trozo de pastel, o de paisaje más bien, en este mundo loco. Idea que ha llevado a lo largo de los siglos a tener un bonito mundo que visitar, un bonito turismo que realizar y un recuerdo que, del más feo al más bonito, perdurará por toda la eternidad.  

sábado, 22 de septiembre de 2012

De como no salir bien parado (El Hechicero y el mago Parte III)


Desde la ventana podía ver a Harly sentado en el banco de la plaza; su cabeza se hallaba baja, como mirándose los pies, aunque sus ojos dejaban entrever que la mirada estaba, en realidad, perdida y absorta en sus pensamientos. La noche acaecía ya en Anaroth y las farolas iluminaban pobremente con el fuego azul la plaza, haciéndo la imagen de Harly más lúgure de lo que en realidad era.
Tomó el último sorbo de leche caliente que le quedaba en la jarra de barro y después se alzó, no sin antes echar unas monedas de plata sobre la mesa. Dejó caer estas violentamente, no por enfado ni malestar con la atención prestada por el tabernero, sino para llamar la atención de éste y para que ningún usurero arrebatase dichas monedas.
Salió de la taberna con paso firme, se echó parte de la túnica hacia el cuello para protegerse de los afilados silbidos que producía el gélido aire que recorría en ese instante la plaza central de Loswen. Abrió el desgastado y roñoso libro que llevaba en sus manos justo por una página que tenía marcada con un trozo de papel y, sin cesar de caminar, empezó a pronunciar un hechizo en lengua arcana; a cada paso que avanzaba elevaba el tono de voz, hasta encontrarse casi hablándole al cielo. Las pocas personas que se encontraban cerca de aquel viejo y estrafalario hombre, ataviado con una túnica raída y sombrero de pico alto, cuya barba llegaba casi hasta los pies, empezaron a correr huyendo de él, pues el viento parecía concentrarse en él y el gélido aire empezaba a transformarse en uno que podía fundir hasta el más duro metal. De igual manera, por el reino bien era sabido que lo mejor que se podía hacer ante un hombre hablando en la lengua de los dioses era... huir.
Harly retornó de sus fantasias para mirar al frente, y saludar al viejo con una amplia sonrisa, pero sin mover un ápice su cabeza. Para cuando el viejo cesó en su griterio, una gran cúpula de agua en forma de cristales de hielo se desmoronaron alrededor de Harly.

  • Suponía que te habías protegido, Harly.
  • Saludos – Contestó levantándose de su asiento ayudándose de sus manos apoyadas en sus rodillas. - No sabía que estuvieses por el pueblo.
  • Joven Harly... sabes que no es una visita diplomática. Así que déjate de memeces y cortesías. Deja que te lleve conmigo y no compliques aún más las cosas.
  • Borogarn, Borogarn... ¿Acaso crees que me voy a dejar coger tan fácilmente?
  • Asesinaste a Hygred, si no te vas a dejar coger no tendré más remedio que aniquilarte Harly.

Antes de que el viejo acabase de pronunciar su frase, Harly dió un salto fintando al hombre para después lanzarle una golpe de fuerza en la espalda y desaparecer. Borogarn se hallaba de rodillas en el suelo jadeando por el dolor y maldiciendo a todo cuanto se le venía a la cabeza.

Al día siguiente el carruaje con los caballos aguardaban a Borogarn y su equipaje a la salida del palacete de Tyra Farja, condesa de Loswen. Borogarn había solicitado la noche anterior una audiencia con la noble para informar de que Harly, andaba por el condado y que tuviesen cuidado, aunque ésta no prestó mucho atención al maloliente viejo.
Aunque la hazañá de Harly se había expandido por Exmnat con rápidez, el miedo hacía su persona y por ende, la precaución se había evadido con tanta rapidez como la espuma sube. Resigando, Borogarn se adentró en el carruaje, cerrándo la puerta violentamente y mirando a través de la ventanilla hacia el palacete; no pudo evitar resoplar con frustación mientras se alejaba de aquella villa.

  • No te machaques Borogarn. Son humanos, tozudos y despreocupados. En cuanto Harly tenga más posesión del mal, y empiece a acabar con todo aquel que se le cruce, rogarán nuestra ayuda.
  • ¿Y para entonces que haremos?

En tanto el carruaje azul cobalto se alejaba, Tyra acudió a la sala del escriba, y recogiéndose la enorme falda se sentó en el trono que se hallaba en el centro de la recargada y ostentosa magenta sala.
  • Papyr, anota esta carta que te voy a dictar:

Querido y estimado Emperador Illidon,
Acabo de recibir una no grata visita sorpresa de Borogarn, hijo del gran archimago Vesta y hechicero maestro de la Torre de Magia de Shaggard.
Primero quería mencionar que está provocando una falsa alarma social persiguiendo al joven Harly, proclamando sus hechizos a pleno pulmón en el corazón del pueblo y teniéndo la osadía de reprocharme en persona que no estamos usando los recursos necesarios para parar los pies a Harly, a mi entender mago de poca monda que tuvo la mala idea de asesinar a un hombre en su lecho de muerte mientras dormía.
Desde mi condado no considero que sea necesario crear tanto miedo en el pueblo por un hombre que hasta mi carnicero podria quitar del medio.
Segundo, le solicito que se detenga a Borogarn al menos hasta que se le quite esa idea de la cabeza, ya ha acudido a tres nobles y dado la alarma de la existencia de Harly, poniendo en evidencia a los altos cargos que gobernamos nuestras ciudades y pueblos y tememos que pueda provocar una revolución de las gentes de Exmnat.
Espero que tome las medidas necesarias para evitar un mal mayor,
Saludos,

Condesa Farja.”

miércoles, 18 de julio de 2012

Al mando del Red Gengdam (Parte I)



Tras el ultimo impacto, los sectores G, H e I, del Red Gengdam quedaron a oscuras, dejando a toda la tripulación de comunicaciones inoperativa.
Inmediatamente y a grito de viva voz, el comandante Jawkins ordenó que todo el personal disponible de mantenimiento acudiera a las salas de generadores para intentar recuperar esa energía redirigiéndola de otros sectores que no era imprescindible tener operativos durante el combate.

- Comandante, se aproximan una veintena de centinelas por el este a toda velocidad - anunció uno de los controladores de radar.
- Maniobra de evasión, activad el salto al hiperespacio, necesitamos tiempo para recuperar las comunicaciones con Chief Gengdam; Blue y Dark Yellow podrán resistir.
- Activando motores de hiperespacio, inyección de masa al 10%, comandante no saltaremos a tiempo.
- Sophity, Pherd, Tiger, coged los controles manuales de las torretas del cuadrante Este, intentad defender todo lo que podáis. Scroob, tu y James tomad las torretas Sur; van a darse cuenta de que tratamos de huir y trataran de evitarlo destruyendo los motores.
- Inyección al 17%.
- Comandante, están solo a 30 kilómetros de distancia, llegaran en menos de un minuto.
- Torretas Este preparadas.
- ¡Informe Scroob!
- Comandante cuatro torretas han sido destruidas durante el asalto, solo quedan tres disponibles.
- Maldición, disparad a discreción, aumentamos el limite de calentamiento de los cañones a 300 grados centígrados.
- Eso hará que estallen
- Lo sé James, no soy imbécil, pero no queda alternativa.
- inyección de masa al 32%.
- Contacto visual con los centinelas.
- iniciad el fuego a discreción.

En el inmenso silencio del cuadrante espacial ER-47, aparecieron centenares de cegadores disparos láser dirigidos hacia la veintena de centinelas; éstos al comprobar la maniobra de ataque que les habían preparado, formaron en posición estratégica y trataron de esquiviar los disparos; algunos con más suerte que otros, pues dada la proximidad a la que se encontraban no pudieron desviarse a tiempo de la trayectoría. Sin mediarlo los que más avanzaron abrieron fuego contra el armazón del Red Gengdam, disparando mientras realizaban algunas acrobacias para ser más escurridizos con las torretas que estaban activas. Los que quedaron más dañados no podian más que abrir fuego desde la distancia.

- Acabad con los que parecen averiados, ¿cuantos quedan en pie?
- Quince centinelas mi señor.
- Inyección de masa al 62%. Escudos al 12%, prearaos para recibir impactos por el cuadrante Este
- Resistid... ya falta poco.  

Las explosiones se escucharon por todo el interior de la nave, como si se hubiese destruido en su totalidad. 


Ángel Vico

Introducción al blog

Bienvenidos a Relatos Azafatos

Inicio blog nuevo el cual dedicaré a escribir relatos cortos, sin más trasfondo que de una a tres cuatro entradas no más.
No dejaré de lado Aullidos de Gato, el cual dedicaré para otros menesteres que no sean breves historietas.
( http://aullidosdegato.blogspot.com )

Gracias por leerme y espero que os guste esta nueva aventura. Saludetes,

Ángel Vico